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Melanoma

¿Qué es?

El melanoma es un tipo de cáncer de piel que se origina debido al crecimiento descontrolado de las células cutáneas que absorben los rayos ultravioleta (melanocitos), lo que provoca la formación del tumor. Estas células además pueden desprenderse del tumor y viajar a otros órganos a través de la sangre o el sistema linfático (metástasis). 

Para la detección precoz es importante detectar la aparición de nuevos lunares o cambios en los ya existentes, para poder acudir al especialista en caso de lesiones sospechosas. Para el diagnóstico se suelen realizar las siguientes pruebas:

  • Examen físico del paciente para la localización de lunares y manchas. 
  • Revisión de los antecedentes personales y familiares (otros casos de cáncer en la familia, por ejemplo. 
  • Biopsia de lesiones sospechosas, procedimiento en el que se extrae una muestra de células tumorales para su examen en el laboratorio. 
  • En caso de sospecha de enfermedad avanzada pueden ser necesaria pruebas de imagen como ecografía, resonancia magnética o tomografía computerizada, o la realización de la técnica del ganglio centinela para determinar una posible afectación ganglionar. 

Una vez se confirma el diagnóstico, cada caso se clasifica en estadíos, que dan información sobre el pronóstico y la evolución de la enfermedad. El sistema de estadiaje más utilizado es el TNM publicado por la American Joint Committee on Cancer (AJCC), que tiene en cuenta el grosor y tamaño de la lesión tumoral, la presencia o no de ulceración, la afectación de los ganglios y la extensión de las células tumorales a otras partes del cuerpo. En función de estos criterios se obtienen distintos estadíos, siendo el estadío I el de mejor pronóstico y el estadío IV el más avanzado, con presencia de metástasis a distancia. 

En función del estado del paciente y de las características de la enfermedad el manejo terapéutico será distinto.   

A pesar de que dentro de los tumores cutáneos el melanoma no es muy frecuente, la incidencia de esta enfermedad ha aumentado en España durante los últimos años. Para el año 2024 se estiman 7.881 nuevos casos de melanoma, siendo el 10º más frecuente en la población general; en hombres se situaría en la 12º posición con 3.725 casos y en mujeres sería el 9º tumor más diagnosticado con 4.156 casos. 

Una de las principales causas de aparición de melanomas es la exposición a la radiación ultravioleta procedente de la luz solar; estos rayos UV pueden provocar alteraciones y mutaciones en el material genético de las células, haciendo que se reproduzcan sin control. Debido a ello la prevención del cáncer de piel se basa en la protección frente a la luz solar, como por ejemplo evitar la exposición solar en las horas centrales del día, utilizar ropa que cubra la mayor cantidad de superficie corporal posible, así como sombreros y gorras, y el uso de cremas con alto factor de protección solar. 

Otros factores de riesgo son:

  • Edad: el riesgo es mayor con el paso de los años. 
  • Exposición previa a radiaciones ionizantes.
  • Historial personal o familiar de melanoma u otros tumores cutáneos. 
  • Inmunosupresión crónica: debido a enfermedades como la infección por VIH o por el uso de fármacos como corticoides o inmunosupresores).
  • Fototipo: las personas con piel, pelo y ojos claros tienen mayor riesgo de sufrir quemaduras por la exposición solar y de la aparición de melanoma. 

A pesar de que la mayoría de los lunares son benignos, en algunos casos pueden transformarse en lesiones tumorales malignas. El síntoma más frecuente asociado al melanoma es la aparición de nuevos lunares o cambios en los ya presentes. Las características que pueden ayudar a distinguir un lunar benigno de una lesión sospechosa de malignidad siguen la regla ABCDE:

  • A: asimetría, en la que una mitad del lunar es más grande que la otra. 
  • B: bordes irregulares o borrosos, no definidos. 
  • C: color, teniendo más riesgo los de color rojo, azulado o blanquecino. 
  • D: diámetro a partir de los 6 milímetros. 
  • E: evolución, es decir, cambios tanto en la forma como en el tamaño del lunar. 

En estadíos tempranos el objetivo del tratamiento será la curación, e incluirá distintos tipos de abordajes como cirugía, radioterapia u otros tratamientos locales. En estadíos avanzados o metastásicos el objetivo será frenar el crecimiento de las células tumorales y controlar los síntomas de la enfermedad. Principalmente se utilizarán terapias sistémicas, pero se pueden asociar otros tratamientos locales en determinadas circunstancias. 

La elección del tratamiento se tomará de forma consensuada por un grupo multidisciplinar en el que participan distintos especialistas (Oncología Médica, Dermatología, Anatomía Patológica, etc), y dependerá de las características de la enfermedad y el estado del paciente.

CIRUGÍA

Se basa en la extirpación del tumor y de parte del tejido que lo rodea, por lo que es especialmente útil en melanomas localizados. También puede plantearse la extirpación de ganglios linfáticos en caso de que las células tumorales se hayan extendido hasta ellos. 

RADIOTERAPIA

La radioterapia se basa en la aplicación de radiaciones ionizantes directamente sobre las células, dañando su material genético y produciendo su muerte. Es una opción en pacientes con afectación ganglionar para el control de la enfermedad o para paliar síntomas asociados a metástasis a distancia en caso de enfermedad avanzada.  

TERAPIAS SISTÉMICAS

Estos tratamientos se pueden clasificar según su intención, ya sea adyuvante (posterior a la cirugía, para eliminar las células tumorales que puedan quedar remanentes) o paliativa (en estadíos avanzados, con el objetivo de controlar la enfermedad). Según su mecanismo de acción existen los siguientes tipos de tratamientos sistémicos. 

  • Terapias dirigidas: son moléculas pequeñas que se unen de forma específica a ciertas partes de las células tumorales para evitar su crecimiento. Para el tratamiento del melanoma se utilizan combinaciones de fármacos orales basados en un inhibidor de BRAF y un inhibidor de MEK; actualmente disponibles están vemurafenib+cobimetinib, dabrafenib+trametinib y encorafenib+binimetinib. Cada combinación tiene un perfil de toxicidad distinto, por lo que su elección dependerá de las características de cada paciente. 
  • Inmunoterapia: son fármacos biológicos que “reactivan” el sistema inmune. Las células tumorales producen sustancias que inhiben el sistema inmune del paciente para que los glóbulos blancos no las ataquen. Con la inmunoterapia conseguimos anular esa señal inhibitoria, permitiendo que las propias células inmunitarias del paciente impidan el crecimiento tumoral. Dentro de este grupo de fármacos tenemos nivolumab y pembrolizumab, de administración intravenosa en el ámbito hospitalario.  
  • Quimioterapia: aunque el melanoma no es una enfermedad muy sensible a la quimioterapia, puede representar una opción en aquellos casos en los que el resto de alternativas hayan fallado. 

Enfermedades Oncológicas

Fecha de actualización: 21/02/2024
Autoría y revisión: GEDEFO