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Cáncer colorrectal

¿Qué es?

El cáncer colorrectal engloba todos los tumores originados en colon y recto, que forman parte del intestino grueso; aunque la localización es distinta, ambos tumores tienen muchas características en común. Al igual que en otros tipos de cáncer, se desarrolla debido al crecimiento descontrolado de células malignas cuya función está alterada, lo que provoca la formación del tumor. Estas células además pueden desprenderse del tumor y viajar a otros órganos a través de la sangre o el sistema linfático (metástasis). 

Para el diagnóstico se suelen realizar las siguientes pruebas:

  • Examen físico del paciente y revisión de los antecedentes personales y familiares (por ejemplo, la presencia de otros casos de cáncer en la familia). 
  • Analítica de sangre completa, incluyendo marcadores tumorales como el antígeno carcinoembrionario (CEA) y CA19.9. Los marcadores tumorales son sustancias que pueden orientar el diagnóstico o dar información sobre la respuesta al tratamiento, pero no se utilizan como pruebas definitivas debido a que pueden estar alterados por otras causas no relacionadas con el cáncer. 
  • Colonoscopia: mediante la introducción de un endoscopio (aparato que posee una cámara y una luz en el extremo) se puede visualizar el colon y el recto para la búsqueda de lesiones, y permite la obtención de tejido tumoral (biopsia) para su análisis en el laboratorio. 
  • Pruebas de imagen, como ecografía, resonancia magnética o tomografía computerizada. 

Los programas de cribado en población de riesgo medio-elevado permiten la detección precoz de lesiones pre-cancerosas (pólipos) o tumores en estadios tempranos mediante pruebas no invasivas, como el test de sangre oculta en heces (TSOH). En caso de TSOH positivo sería necesario realizar una colonoscopia. 

En función del tamaño del tumor, el número y localización de ganglios afectados y la presencia o no de metástasis a distancia la enfermedad se clasifica en estadios de 0 al IV, con distinto pronóstico y abordaje. El estadio IV es el que presenta metástasis a distancia, siendo el de peor pronóstico. 

En función del estado del paciente y de las características de la enfermedad el manejo terapéutico será distinto.   

A nivel mundial el cáncer colorrectal es el tercer tumor más frecuentemente diagnosticado, representando el 10,7% de todos los casos de cáncer en 2020. En España actualmente ocupa el segundo lugar en cuanto a número de diagnósticos tanto en hombres como en mujeres, por detrás del cáncer de próstata y el cáncer de mama respectivamente. A pesar del alto número de casos de cáncer colorrectal, la tendencia en cuanto a mortalidad desciende con los años, en gran parte debido a los programas de detección precoz. 

Las causas por las que aparece el cáncer colorrectal aún no están totalmente definidas. Sin embargo, sí se han identificado distintos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad, siendo algunos de ellos prevenibles.

 

Los principales factores que pueden suponer un riesgo aumentado de padecer la enfermedad son:

  • Edad: el riesgo de padecer cáncer aumenta con los años. 
  • Antecedentes personales de cáncer colorrectal o pólipos (sobrecrecimiento de células en la mucosa del colon). 
  • Síndromes hereditarios como la poliposis colónica familiar o el síndrome de Lynch. 
  • Enfermedad inflamatoria intestinal.
  • Obesidad y sedentarismo. 
  • Consumo de alcohol y tabaco. 
  • Diabetes tipo 2. 

Los síntomas asociados al cáncer colorrectal son inespecíficos, ya que en muchos casos existen otras enfermedades que pueden causarlos. Igualmente puede que en las fases más tempranas de la enfermedad no se observen síntomas alarmantes. Los síntomas más frecuentes son:

  • Presencia de sangre o moco en las heces. 
  • Alteraciones en el ritmo intestinal, pudiendo ocasionar tanto diarrea como estreñimiento. 
  • Sensación de evacuación incompleta al ir al baño. 
  • Molestias abdominales, como dolor, sensación de hinchazón o saciedad precoz. 
  • Pérdida de peso, debilidad o fatiga.  

Otros síntomas relacionados con la afectación de otros órganos (metástasis), como ictericia (coloración amarillenta en piel y ojos debido a una alteración del hígado), ascitis (acumulación de líquido en el abdomen) o dolor en otras zonas del cuerpo. 

En estadios tempranos el objetivo del tratamiento será la curación, e incluirá distintos tipos de abordajes como cirugía, radioterapia u otros tratamientos locales. En estadios avanzados o metastásicos el objetivo será frenar el crecimiento de las células tumorales y controlar los síntomas de la enfermedad. Principalmente se utilizarán terapias sistémicas, pero se pueden asociar otros tratamientos locales en determinadas circunstancias. 

La elección del tratamiento se tomará de forma consensuada por un grupo multidisciplinar en el que participan profesionales de distintas especialidades, y dependerá de las características de la enfermedad y el estado del paciente.

CIRUGÍA

La técnica habitual es la colectomía, es decir, la extirpación de la parte del colon o recto que contiene el tumor. Puede plantearse con intención curativa o para controlar síntomas asociados a la enfermedad, como la obstrucción intestinal. También puede realizarse la extirpación de lesiones metastásicas alojadas en otros órganos (metastasectomía), o utilizar técnicas locales como radiofrecuencia o microondas en caso de que la cirugía no sea posible. 

Dependiendo del caso puede ser necesaria una colostomía, intervención en la que se une el intestino a un orificio realizado quirúrgicamente en el abdomen, para permitir la salida de las heces directamente a la bolsa. Tras un tiempo se puede valorar una nueva cirugía de reconstrucción del intestino para eliminar la colostomía.  

RADIOTERAPIA

La radioterapia se basa en la aplicación de radiaciones ionizantes directamente sobre las células, dañando su material genético y produciendo su muerte. Puede utilizarse como complemento a la cirugía (por sí sola, o en combinación con quimioterapia en los tumores localizados en el recto) o con el objetivo de paliar síntomas asociados a la enfermedad. 

TERAPIAS SISTÉMICAS

Generalmente se basa en fármacos antineoplásicos, que una vez administrados (ya sea vía intravenosa u oral) se distribuyen por todo el organismo, causando la muerte celular. La elección dependerá de las características tanto de la enfermedad como del paciente. Generalmente podemos dividir estos tratamientos según su intención, ya sea neoadyuvante (previo a la cirugía, para disminuir el tamaño tumoral y facilitar la intervención), adyuvante (posterior a la cirugía, para eliminar las células tumorales que puedan quedar remanentes) o paliativa (en estadios avanzados, con el objetivo de controlar la enfermedad). Según su mecanismo de acción existen los siguientes tipos de tratamientos sistémicos. 

  1. Quimioterapia
    • Tanto en estadíos tempranos como en estadíos avanzados los fármacos más utilizados son oxaliplatino, irinotecán, ácido folínico y 5-fluorouracilo. También puede utilizarse capecitabina, fármaco oral que se transforma en 5-fluorouracilo en el organismo, o trifluridina/tipiracilo. Tanto la frecuencia como los efectos adversos varían según la combinación de fármacos utilizada. 
  2. Fármacos biológicos
    • Los tipos más utilizados son los inhibidores del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR) como cetuximab y panitumumab y los antiangiogénicos (evitan la formación de nuevos vasos sanguíneos que nutran al tumor) como bevacizumab y aflibercept.
  3. Inmunoterapia
    • Son fármacos biológicos que “reactivan” el sistema inmune. Las células tumorales producen sustancias que inhiben el sistema inmune del paciente para que los glóbulos blancos no las ataquen. Con la inmunoterapia conseguimos anular esa señal inhibitoria, permitiendo que las propias células inmunitarias del paciente impidan el crecimiento tumoral. Un ejemplo de inmunoterapia sería pembrolizumab, de administración intravenosa en el ámbito hospitalario.  
  4. Otros tratamientos
    • Existen otros fármacos de administración oral como regorafenib, que inhibe distintos receptores de las células tumorales para evitar su crecimiento.

Enfermedades Oncológicas

Fecha de actualización: 16/02/2024
Autoría y revisión: GEDEFO